Un viaje interminable para recorrer parte del mundo vinícola de la mano de Pedro Olivares y sus vinos BIO.
Miércoles 7 de octubre, 4:30 AM
Comienza para mí, el último día de recolección, vamos a recolectar la uva Monastrell en Bullas.
Después de controlar todo el año dos parcelas de “cepos”,con bastantes décadas de arraigo en el campo, y al amparo de los 900 m de altitud, cercados además por los montes que los rodean. El viñedo queda aislado del inmediato presente.
Estuvimos controlando la madurez desde finales deLa planta llegaba muy extresada aún a pesar de las buenas condiciones de la parcela, pero el hecho de tener suelos poco profundos y con poca capacidad de campo había conseguido que la planta sufriera en exceso por las altas temperaturas del mes de julio.
Un buen chaparrón a finales de agosto, nos dio una tregua y una tranquilidad pasmosa, era el premio al sufrimiento, como antaño, en el momento justo va y llueve.
Ahora había que ver que pasaba en el mes de septiembre, fresco por las noches y los días suaves, sin humedad, hacían que la uva fuera pasito a pasito. Lo que parecía en verano una vendimia temprana, se estaba convirtiendo en una vendimia aletargada, como tiene que ser.
A mediados de septiembre ya aparecía cierta preocupación porque el viñedo estaba cómodo con sus 11 ºBe , los hollejos verdes y los racimos con un color violeta que casi daban ganas de tirarse al ruedo y cortarlos. Pero había que aguantar , los partes meteorológicos no eran del todo desfavorables, y aunque lo hubieran sido había que dejarlas que siguieran trabajando en pro de una buena maduración aromática y fenólica. Fue una semana muy buena, la temperatura media subió a casi 25ºC .
Sobre el día 26 ya empezaron las dudas, sí o no, daban lluvias y vientos cargados de potencial higrométrico, humedad. Esto en la zona y con la delicada Monastrell se traduce en problemillas que tienen difícil solución. Aguantamos el tipo mientras veíamos pasar tractores repletos de uva de parcelas próximas.
Otra vez más la decisión fue acertada y pasamos esta pequeña agonía, siempre acompañado de un buen vino de Monastrell, así las penas son menores.
El último escollo era el santoral, la Virgen del Rosario, antes o después de las fiestas.
Millones de litros de vino se han desvirtuado muchas veces por culpa de las fiestas patronales, no porque el enólogo se embriagara, si no porque porque la uva estaba verde antes de fiestas o bien porque ésta se “iba” en el transcurso de los días de jolgorio y devoción.
Decidimos que después, y llegó el momento, al amanecer del día 7 de octubre, en cuarto menguante. Además la planta, esa misma noche se declaró en huelga, dijo basta, hasta aquí he llegado.
Recolectamos algunas casi defoliadas, agostadas y con ganas de descansar. Pero estaba sanísima con ese puntillo de sobremaduración, la sonrisa era plena, un año más al límite.
El día 8 llovió.